25-09-2009 / A menos de un mes de que nazca Mía, cuenta cómo vive las últimas semanas de su embarazo. Confiesa que está hecha una “mujer utilísima” y revela cómo vive el sexo con su pareja: “no tenemos horario para el amor”.
Por Mariana Merlo
marianam@revista7dias.com
El mundo de las embarazadas podría dividirse en dos: las que hacen abuso de la panza para tener a todo el mundo pendiente a su alrededor y no mover un dedo, y las que demuestran que aún con 8 meses de gestación a cuestas se pueden manejar casi con total independencia. Claudia Fernández formaría parte del segundo grupo. A menos de 4 semanas de convertirse en madre se mueve, como si nada, arriba de los tacos que siempre supo llevar; viajó hasta hace dos semanas a su Uruguay natal para grabar un programa de televisión que conduce allá, va a clases de pilates, y junto a su marido, Leonel Delménico, asiste al curso de preparto.
–¿Cómo la viene tratando Mía?
–Bien, menos a la noche, sinceramente, vamos a decir las cosas como son. Es una niña rebelde a la noche. Dicen que las escorpianas son bravas, que tienen su genio, y esta niña ya lo hace notar. A la noche ella quiere parranda, no sé si tiene un boliche montado ahí adentro o qué, pero se mueve como loca.
–¿En estos 9 meses, qué lapso reconoce como el más negativo?
–Y..., éste, el actual. El invierno lo pasé genial, pero ahora que ya viene el calorcito retenés mucho líquido, se me hinchan las piernas, nada te entra, no conseguís calzado, pedís “¡que me devuelvan mi cuerpo!” (risas). A veces sueño que duermo boca abajo, porque siempre dormí así, y ahora no puedo. Hasta en esas pequeñeces te cambia la vida. Ya tenemos un acuerdo con Leonel. Me dijo: “yo sé que vos deseás dormir boca abajo, así que el primer día olvidate que tenés una hija, yo me hago cargo de todo”. La teta se la voy a tener que dar yo, pero bueno.
–¿Es colaborador su marido?
–Sí, muy. Me hace masajitos, es un santo, aprendió todo. Está muy pendiente de la ropita de la beba, me pregunta si voy a dejar que pueda cambiarla porque viste que las mamás queremos elegirle todo a las nenas. Él se encarga de las zapatillas porque es fanático, ya le compró 19 pares; yo le compro vestiditos y moños para el pelo. Ojalá sea de esas nenas bien cachetonas, me encantan esas gordas cachetonas rapaditas con las tiaras llenas de flores de tela, me vuelven loca. Ya bataclana de chiquitita. Aunque él un día me sorprendió, apareció con unas calcitas de leopardo, y yo lo cargaba porque él se la pasa diciendo que se muere si es vedette. Y me dijo: “es que esto es muy fuerte, sos vos en miniatura”.
–¿En qué cosas se nota diferente desde que quedó embarazada?
–Estoy hecha una mujer Utilísima. Siempre detesté los programas de bebés, y ahora compré canastos de mimbre en el Tigre, los pinté, compré unas telas a lunares de colores, y quedaron muy lindos. También hice unos cuadritos 3D con unos minivestiditos que parecen diseños de Sarah Jessica Parker para “Sex & the City”. Le hago cuadritos, cosas así, tengo que ocupar el tiempo en algo.
–¿Deseaba que fuera una nena?
–Me moría por una nena, pero ahora que sé que voy a ser mamá de una nena ya quiero el varón. Desde que me enteré que estaba embarazada, supe que era una nena, lo intuí.
–¿Qué miedos típicos de madre primeriza tiene?
–Ahora no tengo muchos miedos. En realidad fueron más al principio, antes de verla en la ecografía, quería quedarme tranquila por saber que todo se estuviera desarrollando con normalidad, que fuera sana, que evolucionara todo bien. Y después, cuando te acostumbrás a las pataditas, obvio que querés sentirlas todos los días. Yo le hablo mucho, Leonel también, y no sé si por su voz o qué, pero cuando él le habla las patadas son mucho más fuertes, onda “¡es mi papá!”; te diría que hasta son con más ganas, cosa que no me cae muy en gracia.
–¿Está celosa?
–No, celosa no, pero me muero si dice “papá” antes que “mamá”.
–¿Cree que el embarazo afianzó la relación con su pareja?
–Nuestra relación ya es de por sí muy sólida, pero, obviamente, esto te une mucho más. Nosotros somos una pareja en la que el diálogo y el humor siempre fueron el condimento fundamental, somos muy compañeros y compinches, y ahora en esas charlas la incluimos a Mía.
–¿Cambió en algo la intimidad de la pareja?
–Yo creo que esa parte se potencia desde el primer mes. Es como una revolución hormonal, estás con todo a flor de piel. La verdad es que la vengo pasando fantástico (risas).
–Se le va a complicar cuando llegue la beba…
–Los bebés te pueden manejar los tiempos, pero siempre hay que tener un tiempo para la pareja. Aparte, los bebés duermen mucho. En nuestra pareja para el amor no hay horario. Moria Casán me dijo hace poco: “el mejor sexo de tu vida lo vas a tener la noche anterior a parir a tu hija”. Y van pasando los días y es realmente así, va mejorando, para la mujer es realmente fabuloso. Es el acto de amor, así creaste a tu hija, es maravilloso. Ahora entendí tantas cosas, entiendo mi cuerpo y el acto en sí, y todo cierra perfectamente. La naturaleza es súper sabia.
Por Mariana Merlo
marianam@revista7dias.com
El mundo de las embarazadas podría dividirse en dos: las que hacen abuso de la panza para tener a todo el mundo pendiente a su alrededor y no mover un dedo, y las que demuestran que aún con 8 meses de gestación a cuestas se pueden manejar casi con total independencia. Claudia Fernández formaría parte del segundo grupo. A menos de 4 semanas de convertirse en madre se mueve, como si nada, arriba de los tacos que siempre supo llevar; viajó hasta hace dos semanas a su Uruguay natal para grabar un programa de televisión que conduce allá, va a clases de pilates, y junto a su marido, Leonel Delménico, asiste al curso de preparto.
–¿Cómo la viene tratando Mía?
–Bien, menos a la noche, sinceramente, vamos a decir las cosas como son. Es una niña rebelde a la noche. Dicen que las escorpianas son bravas, que tienen su genio, y esta niña ya lo hace notar. A la noche ella quiere parranda, no sé si tiene un boliche montado ahí adentro o qué, pero se mueve como loca.
–¿En estos 9 meses, qué lapso reconoce como el más negativo?
–Y..., éste, el actual. El invierno lo pasé genial, pero ahora que ya viene el calorcito retenés mucho líquido, se me hinchan las piernas, nada te entra, no conseguís calzado, pedís “¡que me devuelvan mi cuerpo!” (risas). A veces sueño que duermo boca abajo, porque siempre dormí así, y ahora no puedo. Hasta en esas pequeñeces te cambia la vida. Ya tenemos un acuerdo con Leonel. Me dijo: “yo sé que vos deseás dormir boca abajo, así que el primer día olvidate que tenés una hija, yo me hago cargo de todo”. La teta se la voy a tener que dar yo, pero bueno.
–¿Es colaborador su marido?
–Sí, muy. Me hace masajitos, es un santo, aprendió todo. Está muy pendiente de la ropita de la beba, me pregunta si voy a dejar que pueda cambiarla porque viste que las mamás queremos elegirle todo a las nenas. Él se encarga de las zapatillas porque es fanático, ya le compró 19 pares; yo le compro vestiditos y moños para el pelo. Ojalá sea de esas nenas bien cachetonas, me encantan esas gordas cachetonas rapaditas con las tiaras llenas de flores de tela, me vuelven loca. Ya bataclana de chiquitita. Aunque él un día me sorprendió, apareció con unas calcitas de leopardo, y yo lo cargaba porque él se la pasa diciendo que se muere si es vedette. Y me dijo: “es que esto es muy fuerte, sos vos en miniatura”.
–¿En qué cosas se nota diferente desde que quedó embarazada?
–Estoy hecha una mujer Utilísima. Siempre detesté los programas de bebés, y ahora compré canastos de mimbre en el Tigre, los pinté, compré unas telas a lunares de colores, y quedaron muy lindos. También hice unos cuadritos 3D con unos minivestiditos que parecen diseños de Sarah Jessica Parker para “Sex & the City”. Le hago cuadritos, cosas así, tengo que ocupar el tiempo en algo.
–¿Deseaba que fuera una nena?
–Me moría por una nena, pero ahora que sé que voy a ser mamá de una nena ya quiero el varón. Desde que me enteré que estaba embarazada, supe que era una nena, lo intuí.
–¿Qué miedos típicos de madre primeriza tiene?
–Ahora no tengo muchos miedos. En realidad fueron más al principio, antes de verla en la ecografía, quería quedarme tranquila por saber que todo se estuviera desarrollando con normalidad, que fuera sana, que evolucionara todo bien. Y después, cuando te acostumbrás a las pataditas, obvio que querés sentirlas todos los días. Yo le hablo mucho, Leonel también, y no sé si por su voz o qué, pero cuando él le habla las patadas son mucho más fuertes, onda “¡es mi papá!”; te diría que hasta son con más ganas, cosa que no me cae muy en gracia.
–¿Está celosa?
–No, celosa no, pero me muero si dice “papá” antes que “mamá”.
–¿Cree que el embarazo afianzó la relación con su pareja?
–Nuestra relación ya es de por sí muy sólida, pero, obviamente, esto te une mucho más. Nosotros somos una pareja en la que el diálogo y el humor siempre fueron el condimento fundamental, somos muy compañeros y compinches, y ahora en esas charlas la incluimos a Mía.
–¿Cambió en algo la intimidad de la pareja?
–Yo creo que esa parte se potencia desde el primer mes. Es como una revolución hormonal, estás con todo a flor de piel. La verdad es que la vengo pasando fantástico (risas).
–Se le va a complicar cuando llegue la beba…
–Los bebés te pueden manejar los tiempos, pero siempre hay que tener un tiempo para la pareja. Aparte, los bebés duermen mucho. En nuestra pareja para el amor no hay horario. Moria Casán me dijo hace poco: “el mejor sexo de tu vida lo vas a tener la noche anterior a parir a tu hija”. Y van pasando los días y es realmente así, va mejorando, para la mujer es realmente fabuloso. Es el acto de amor, así creaste a tu hija, es maravilloso. Ahora entendí tantas cosas, entiendo mi cuerpo y el acto en sí, y todo cierra perfectamente. La naturaleza es súper sabia.
Foto Nacho Sánchez
Nota revista 7 días
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